Belako siguen dando caña. Una de las bandas emergentes más impactantes de los últimos tiempos acaban de lanzarse a la actualidad con dos ep’s. De un lado, anunciándolo como colofón a compromisos contractuales iniciales, editan, en modo manufactura, AAAA!!!, a base de canciones que quedaban en la recámara. No es el objetivo de hoy, este disco se fabricará solamente en vinilo y se distribuirá a través del propio grupo y en sus conciertos. Aún no nos hemos hecho con él. Pero simultáneamente, y de manera más estándar, lanzan, y también bajo su propio y nuevo sello -Belako Records-, Bele Beltzak, Baino Ez, cuatro canciones en las que confirman que estos chavales de Vizcaya son una de las genialidades más firmes que tenemos.
No ha pasado demasiado tiempo desde que debutaran con Eurie y nos dejasen con la boca abierta, y aún hoy, con Bele Beltzak… calentito, seguimos extasiados. Es bastante probable que el jolgorio que le corre por las venas al que suscribe, sea en buena parte debido a que esta gente le ha tocado la fibra. Su música es, incontestablemente, un compendio de las fuentes que uno ha bebido desde jovenzuelo, y no hay motivo de queja en el panorama, pues vivimos tiempos en que, para cierta parte de las bandas que corretean por el escenario, el estilo del que hablamos es objeto de deseo. Ahora bien, donde algunos emulan, y muchos imitan al emulador, hay un puñado que tienen la categoría suficiente para desmarcarse dejando huella propia. Belako son uno de ellos. Estoy seguro que, incluyendo el panorama internacional, y lo digo tan ancho, estén entre los cuatro o cinco que han sido capaces de no parecerse a nadie y generar, muy rápido, un estilo propio e inconfundible.
A mi me gusta llamarlo post-punk oscuro. O como decíamos antes de “ser góticos”, punk-rock siniestro. Da igual. Etiquetas, ya sabéis… El caso es que a nadie que escuche a Belako se le van a escapar sus influencias e inspiraciones, al menos las que resultan evidentes. Mucho ochenta, como si en algún lugar de la periferia bilbaína un día se hubieran conjurado los espíritus de Joy Division, los primeros New Order, los Cure de la época Pornography, los Banshees de Ju-Ju, los Sonic Youth más atormentados y garajeros y, por supuesto, los Pixies. Ahora bien, a ver cuántos son capaces de hacer tantas canciones tan magnéticas y que no haya nadie que diga que esta suena a esa o aquella que hiciera fulano o mengano. Belako acoplan las piezas de su universo inspirador de tal manera que puedes rastrear las semillas y las huellas, pero todo tiene un sabor eminentemente propio, y esto es oro puro.
Dicho de otro modo, y sigo frotándome los ojos, estos chicos parece que estén en la génesis de un movimiento musical. Pero no, han pasado treintaytantos años, y ellos apenas superan o alcanzan la veintena. Otro motivo de genuflexión. Y lejos de pararse y regodearse en su súbito éxito de primer pálpito, se lanzan a la búsqueda de nuevas sensaciones musicales que encajen en su filosofía y estilo. Bele Beltzak, Baino Ez es la pura evidencia de que estamos ante una de las bandas con mayor categoría que hemos visto en tiempos. Y repito, no me circunscribo a España. Soy de los que apuestan que estarían en portadas de renombre de provenir de unos cuantos cientos de kilómetros más al norte.
Siendo una banda de cuatro, aunque parezcan que son más por la de sonidos que emiten, nunca le han hecho ascos a la electrónica. Por supuesto, queridos, poco tardaron las grandes leyendas del estilo en averiguar que lo que otros usaban para explotar el tecno-pop, podía ser un amigo perfecto para decorar piezas más crudas. Mum es el primer y más contundente ejemplo de los nuevos Belako, poniendo en primer plano, durante buena parte del minutaje, el uso de los artefactos electrónicos. No nos sorprende. Ya habíamos paladeado esta canción, tanto como colofón, como a modo de apertura de sus conciertos, y sabíamos de sus progresiones, del encantamiento que transmite, de lo bárbaro que está Lander a la percusión, y de ese cortito pero impagable solo de guitarra final La mezcla en estudio es lo que imaginábamos, un sensacional tema que te empieza a subir por los pies hasta que te explota en la cara, con calma, pero a paso firme.
Crime es seguramente el tema más acorde a los Belako que conocíamos. Funciona como una apisonadora, de dos velocidades, antes y después de la explosión de furia guitarrera que sabíamos que iba a llegar. En ella se concentran todos los atributos del cuarteto: sus líneas de guitarra afiladas y emocionantes, su bajo enorme en perfecta conjunción con la batería, componiendo una sección rítmica crucial en Belako, su criterio para colocar los tiempos, y en conjunto, esa sensación de angustia sonora de la que, sin embargo, no te puedes separar. Son sus señas de identidad, ya claras y definidas.
Como seña de identidad es el cantar de Cris, que aún hoy hay quien no entiende del todo, y que, pese a que en Bele Beltzak… nos muestra aspectos más graves, maduros, y perfeccionados, ya es otro elemento indisociable de Belako. Sus gritos, sus desgarros, sus bajones que a veces cuesta captar, y su dramatismo, a veces rozando lo esquizofrénico, son por derecho propio otra huella dactilar sin la que Belako no serían Belako.
Apenas un minuto atmosférico llamado “..”, es el preludio a los seis minutos y medio con los que Bele Beltzak cierra el EP. Y esta vez si que nos sorprenden, sumergiéndose en una atmósfera etérea, acompasada por el arrullo del euskera, y que solamente romperá en estruendo en los medios en un emotivo trabajo de electricidad y teclado. Un abrazo espinoso como punto final.
Pocas veces cuatro canciones dan para tanto, pero amigos, si fuisteis de los que algún día le daban con pasión a la música que he descrito más arriba, Belako se os van a meter en las venas y os van a hacer sentir como si tuvierais veinte años. Bele Beltzak, Baino Ez es su nuevo EP, y nos sentamos a esperar una nueva ocasión de verles en su cada vez más pulido directo.
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